Thursday, July 12, 2012

 
La depresión se ha convertido en un gran problema en el mundo, principalmente en Occidente.

Uno de los aspectos más preocupantes es el incremento de este mal en personas jóvenes, incluso antes de la adolescencia. Aunque afecta a todos por igual, los dos extremos de la vida son los que más sufren (niños, en donde se observan marcados cambios de comportamiento, y ancianos).

La incidencia de la depresión continúa aumentando, junto con problemas de ansiedad, insomnio, suicidios y violencia. Una cantidad cada vez mayor de estudios indican que todo esto se debe en parte a nuestra dieta.

La mayoría de estos estudios han determinado que al administrar aceites omega-3 (N-3) a través de la dieta ó suplementos, los niveles de depresión y el riesgo de padecerla se reducen significativamente. Incluso estudios llevados a cabo en animales, usando pruebas especiales para determinar depresión, han confirmado estos hallazgos.

Los aceites omega-3, los cuales son altamente anti-inflamatorios, están presentes en grandes cantidades en el pescado y ciertos tipos de nueces, y en la linaza. Aves de corral criadas de manera libre (no con granos ó piensos) y ciertos animales de granja a los cuales se les permite pastar, poseen más cantidad de aceite omega-3 en sus carnes. Lo mismo ocurre con los huevos de las aves.

La inflamación crónica se ha relacionado con la depresión. Las citocinas inflamatorias son capaces de activar la inflamación en el cerebro, ocasionando la liberación de químicos que en exceso son tóxicos (por ejemplo, glutamato) y alterando los neurotransmisores. Se sabe que los pacientes que reciben interferon (una citocina) como tratamiento para varias patologías, pueden sufrir depresión como efecto secundario al mismo.

El problema con las dietas occidentales es que la relación entre aceites N-6 y los aceites N-3 se encuentra completamente alterada. Los aceites N-6 (aceites vegetales, girasol, maiz, canola, soya) se ingieren en cantidades industriales, y a la vez, el consumo de los aceites N-3 es muy bajo.

También se ha determinado que no es suficiente con añadir más aceites N-3 a la dieta. Es crítica la reducción en el consumo de los aceites N-6 (los cuales se saben estimulan la inflamación).

Vale la pena acotar que ciertos aceites dentro de la categoría N-6 son esenciales, debemos consumirlos para mantener una buena salud. Pero hay que mantener un equilibrio, idealmente en una proporción 1:1 con los aceites N-3.
Actualmente, esa relación está tan alterada que puede llegar a ser 45:1. Es una sobrecarga increíble para nuestro organismo, desde todo punto de vista, incluso a nivel celular: las membranas celulares requieren de ambos aceites, pero proporcionalmente.

Durante el embarazo, es sumamente importante el consumo de estos aceites N-3.

El cerebro del feto absorbe gran cantidad de aceites omega-3 de la madre, críticos para su desarrollo. Esto ocurre principalmente en el tercer trimestre del embarazo, cuando el cerebro fetal tiene su mayor crecimiento. Pero el consumo de estos aceites deben mantenerse en cantidades ideales a lo largo de todo el embarazo.

En embarazadas, el consumo de pescado es muy importante, pero hay que tener cuidado con el tipo de pescado que se ingiere, debido a que los niveles de mercurio que pueden estar presentes, varían según el pez. Mientras más grande, mayor riesgo de ingerir mercurio. Consulte con su profesional de salud de confianza al respecto. Pero no deje de ingerir una fuente de proteínas y aceites tan esencial como ésta.

La lactancia materna es sumamente importante porque de esta forma también se le suministra al bebé gran cantidad de aceites omega-3 (dependiendo de la dieta de la madre), entre muchas otras vitaminas y defensas contra enfermedades.

Las membranas de las neuronas cerebrales están compuestas en un 25% de aceites N-3, principalmente el componente DHA. El cerebro del bebé continúa su desarrollo aun mucho después de nacido. De allí la importancia de continuar la lactancia al menos por 6 meses ó un año. En niños cuyas madres tenían niveles bajos de aceites omega-3, se han observado problemas de comportamiento, aprendizaje y de lenguaje.

Se ha relacionado la reducción en los aceites omega-3 en la madre luego de dar a luz, con la depresión post-parto. Se ha demostrado que la madre sufre de una marcada reducción de aceites omega-3 al final del embarazo (que coincide con el desarrollo acelerado del cerebro del bebé en útero). Esto reduce a su vez sus niveles de dopamina y serotonina, lo que la puede conducir a una depresión mayor ó incluso violencia.

Algunos profesionales recomiendan a las embarazadas ó madres lactantes ingerir 500 a 1000 mg de DHA al día. Consulte con su profesional de Salud de confianza.

DHA es parte de los aceites omega-3, pero a diferencia de la fracción EPA, no tiene efecto ó muy poco sobre la coagulación sanguínea. (la fracción EPA es buena para prevenir coágulos sanguíneos, los cuales son un efecto secundario de algunos tipos de anticonceptivos orales).

Nota: El aceite de linaza no se debe suministrar a bebés ó niños pequeños. Ellos aun no poseen las enzimas necesarias para transformar el ácido alfa linolénico de la linaza en DHA y EPA (lo mismo ocurre en ancianos).

Nota adicional: Ya que hablamos de depresión: muchos estudios han relacionado los cambios estacionales con episodios de depresión (otoño, invierno, las estaciones frías y con menos Sol).
Podemos pensar que es probablemente la deficiencia de vitamina D en esos meses lo que ocasiona estos episodios depresivos. He aqui otra razón más por la que el Sol es tan importante en nuestra vida. La exposición al mismo, con moderación, es vital para nuestra Salud.